¿Cuál será, pues, a partir de pasado mañana, la misión de los sistemas educativos en el futuro? ¿Formar especialistas? No. La reforma de la enseñanza se propondrá dimensionar ciudadanos en un mundo globalizado. ¿Pertrechar las mentes de sus estudiantes? No. Los esfuerzos venideros en materia educativa apuntarán a reformar los corazones de la infancia y la juventud, olvidados por la obsesión exclusiva en los contenidos académicos. La educación del futuro gestionará la diversidad de las aulas modernas fomentando la inteligencia social y enseñará a gestionar las emociones positivas y negativas. Se trata de enseñar a los jóvenes a gestionar la rabia, la pena, la agresividad, la sorpresa, la felicidad, la envidia, el desprecio, la ansiedad, el asco o la sorpresa.
¿Cómo ha podido la sociedad, los propios educandos y las instituciones hacer gala de tanta ceguera?
(Extracto de la entrada del 22 de noviembre de http://www.eduardpunset.es/)
La Vía Láctea en un Lego de 3.091 piezas
Hace 1 hora
No hay comentarios:
Publicar un comentario